Castellote a vista de dron
Seguro que todos habéis oído hablar de estos artilugios en los informativos, o habéis visto imágenes grabadas con ellos. Los han utilizado para enseñarnos catástrofes naturales, destrucción y devastación originada por las guerras como la de Siria, incluso los quieren introducir en compañías como Amazon para hacer sus repartos con estas aeronaves tripuladas remotamente (RPAs o drones como más comúnmente se les conoce).
Son muchas las aplicaciones que se les pueden dar. Desde la supervisión de redes de alta tensión o aerogeneradores, a los controles de plagas, incendios estudio de cultivos, o ayuda de los socorristas de las playas. Se les pueden acoplar diferentes cámaras y sensores en función del fin elegido. Y por supuesto, su utilidad más popular es la de herramienta audiovisual.
Como persona que se ha dedicado y se quiere seguir dedicando a la producción audiovisual, creo que el dron es una buena herramienta para estos menesteres. Por supuesto hay que tener en cuenta los factores legales y de seguridad cuando utilizamos estas aeronaves. No son juguetes y pueden resultar peligrosos si no se utilizan con cautela. La AESA (Agencia Española de Seguridad Aérea) ha publicado un marco jurídico que regula el sector. No voy a entrar en este post a explicar la ley y los requisitos legales que debemos cumplir los que pilotamos drones. El tema da suficiente de sí como para escribir otro artículo al respecto.
Hoy quiero mostraros parte de un proyecto que estoy elaborando y que tiene como objetivo Castellote y sus alrededores, entre los que se encuentra por supuesto el Embalse de Santolea.
Sobrevolando el Embalse de Santolea
Castellote está rodeado de espacios naturales y artificiales de una gran belleza. Uno de ellos es el pantano de Santolea. Lo he fotografiado en multitud de ocasiones. Lo he grabado desde tierra y desde una embarcación. He recorrido sus calas, y me he bañado en sus aguas. Por todo ello he considerado que también debía grabarlo desde el aire, para ofrecer un punto de vista inusual, diferente. Hace unos años, tuve la ocasión de sobrevolarlo en helicóptero. ¡Fue una experiencia excitante!
Estos días lo he sobrevolado con mi dron, un DJI Mavic Pro y tengo que reconocer que ha sido también una grata experiencia que me ha permitido descubrir desde el aire espacios que eran completamente desconocidos para mi.
Pero el Embalse es un espacio que ha inspirado a muchas personas, y quiero aprovechar la ocasión para haceros llegar el escrito que José María Martínez Martí publicó en el Programa de Fiestas de Castellote de 2017.
El Pantano de Santolea, por José María Martínez Martí
Eres colosal escultura de piedra y agua, salvaje, refugio de la cabra montesa, el jabalí y el águila perdicera. Tus brazos se extienden hacia los adentros, hacia la tierra prometida y fértil. Aguas adormecidas del amanecer que despertáis con el canto del perdigacho vigilante desde las crestas. Remansos que son trazados por somormujos y ánades azulones.
La hermosura en cada rincón desvela sensaciones diferentes: en la presa, mostrándote fuerte, enérgico. Ese paredón, obra maestra de la ingeniería, te hace altivo y arrogante provocando tu furia en forma de chorros de agua para que el río Guadalope continúe su andadura hacia lugares cercanos y lejanos. El muro es punto de encuentro de multitud de personas y cuadrillas parando casi todos para observarte y poder sentir la altura y caída desde el lado del sobradero o girar la vista siguiendo el oleaje. Entonces, intuimos las maravillas que atesoras en un recorrido de agua acariciada por diferentes luces, estaciones, vientos y sonidos del silencio que te hacen más estimulante.
Esta primera parada hace años era un lugar de baño, juego y confidencias. ¿Quién no se ha capuzado alguna vez aquí en verano? Desde el muro de la presa, la panorámica está garantizada, pero, ¿qué habrá más arriba?
Es momento de ascender hasta el primer mirador del embalse donde las paredes de roca caliza van formando desfiladeros espectaculares. Aquí, el pantano se encajona y sus aguas se amansan rodeadas de pinos, aliagas y tomillos. Las orillas son de fina arena blanca, de ahí su nombre cariñoso y reconocido por todos nosotros: pasado el primer túnel, se encuentra la playa del pantano. Ahora eres más agreste y salvaje perfilado por los roquedos y monotes que sujetan al buitre y paloma bravía. La cabra montesa se refugia en los altos y de cuando en cuando baja a las orillas para beber entre multitud de entrantes y salientes que descubren cuevas naturales mezcladas de vegetación y eco.
Continuamos nuestro paseo y atravesamos un segundo túnel excavado en la roca madre hallándonos en otro mirador en el cual podemos apreciar la grandeza del pantano. Desde este punto, antes de llegar a las Planas, podemos contemplar al frente la otra cola del pantano divisando a lo lejos el estrecho de Santolea y la otra puerta de acceso por la carretera antigua que discurre hacia Ladruñán y Las Cuevas. Barrancos como Marinombre, Hondo con sus abrigos o Torreta, desgarran sus extremidades hasta el pantano atravesados por el té de roca y el caracol blanco renacido en las tormentas de agosto.
Otro enclave para no olvidar, El Perogil, acogiendo al río Regatillo que discurre hasta el pantano entre saucedas, chopos y campos de cultivo influenciado por los barrancos de Cantalobos y Torremocha. El Perogil es lugar diferente a los vistos con anterioridad siendo remanso, paz y relajo. Paraje de fácil acceso para practicar el deporte de la pesca, la canoa o merendar con la familia y esperar los atardeceres cautivadores inundados de silencio y sólo interrumpido por el chapoteo de los saltos de percas y carpas.
Desde abajo, si alzamos la vista, se divisa el perfecto puente que salva el desnivel facilitando el acceso hacia Las Planas y Bordón y si continuamos un poco más, nos encontramos ya en el lugar más ancho del pantano, apareciendo dos mágicas islas clavadas entre aguas turquesas. Es un mestizaje de agua y viñedo, de olivo y pinar joven, esperanzado después de haber sufrido un devastador incendio hace años.
Multitud de caminos serpenteantes tatúan las proximidades a la orilla habiendo alcanzado la zona más estrecha del pantano, sellado con una nueva presa en el lugar que se encontraba el personal puente de Santolea, otro lugar fascinante, de pesca y paseo.
Esta cola es fundamental para abastecerlo: los barrancos de Dos Torres, Cirigulleras, del Estrecho y otros más dan el vigor al río Guadalope que hace entrada por aquí.
Nuevamente se erigen los paredones de roca y las montañas se presentan en diferentes planos ofreciendo vistas de lo más bellas al amanecer.
Además, podemos abandonarnos por los alrededores como por el pueblo vivo de Santolea al cual se debe el nombre del pantano, La Algecira, Crespol, El Higueral, El Latonar, Dos Torres, Los Alagones, Las Planas, Bordón, Luco, Las Cuevas, Ladruñán, por el puente natural de Fonseca, Monumento Natural, guarida de la nutria y el cangrejo. Zona de misteriosas cuevas de arte rupestre levantino y refugio durante la guerra civil. Nuestro pantano y su arquitectura natural dan vida y prosperidad y hacen que no perdamos la memoria de lo que llegó a ser, pasó y será.
Os dejo también unas fotos que hice en abril con el Embalse lleno.